sábado, 16 de enero de 2010

La Inercia del Pueblo.

“Los últimos Pasajeros del tren 133, suban por favor a sus cabinas. El tren partirá en unos instantes.”
No podía ser cierto. El tren salía a las once. Eran todavía las diez y media. Tenía que darme prisa. Ese tren no podía arrancar llevándosela consigo. Pero no tenía ni idea de donde me encontraba. La estación de tren Meko era la más extraña que jamás he pisado. No sabía dónde estaba la salida, ni los andenes así que me guiaba por la gente y el ruido. Con las prisas pisé un chicle y arrastré conmigo la cara de Abigail Breslin del poster que había en el suelo de su nueva película: “Bienvenidos a Zombieland”. Cuando consiguiera que Ever saliera del tren y se quedara conmigo, después de explicarle todo lo sucedido y que ella decidiera quedarse, podríamos ir a verla. Sofí me dijo que era muy graciosa y la sangre no era tan falsa como en otras películas.
- Perdone, ¿podría decirme donde está el andén 5?
El hombre me miraba con una cara de lo más extrañado.
- … Perdone – Repetí. – ¿Sabe usted dónde se encuentra el tren 133?
- Sorry sir. I don’t speak Spanish
Esto era increíble. Con todos los españoles que había por el lugar el único que se dignaba a hacerme caso no hablaba mi idioma. Me disculpé con el hombre y seguí buscando una indicación cuando el altavoz me avisó que por motivos de revisión el tren saldría a menos cuarto. Perfecto pensé, después de tratar de aligerar la partida la suerte juega a mi favor. Aun así tengo que darme prisa. ¡Por fin! ¡Un dichoso letrero! Estaba muy cerca del andén. Todavía podía llegar a tiempo. Corrí y corrí esquivando a gente que parecía que me querían retrasar conscientemente cuando la vi. Su melena dorada resplandecía sobre el resto de pasajeros normales.
- ¡Ever! - Grité, y, aunque la multitud se tragó mi grito, fue suficiente para que ella se girara y me viera en la escalera, temblando de nervios.
Saltó fuera del tren y corrió hacia donde yo me encontraba
- Ever no te vayas. Sé que te dijeron que no tienes elección y que como intentes salvar el bosque lo pagarás caro. Pero no tienes que huir, podemos vencerles. Si buscamos a gente con contactos y les contamos lo que la Compañía pretende hacer es posible que, con los abogados adecuados, podamos frenarles los pies y lograr así que no derrumben el bosque.
- Pero no va a ser nada fácil.
- Nunca dije que fuera a serlo. Será difícil pero lo conseguiremos. Nadie tocará esa reserva. Las ardillas y los zorros vivirán en paz. Venia para decirte también que he contactado con una abogada defensora de la naturaleza que asegura que podemos hacer que se retiren y que proclamen el lugar como reserva natural.
Ever no parecía muy segura de que todo fuera a ser tan fácil. Pero estaba seguro que ella no quería marcharse.
- ¿Y? ¿te quedas?
Ever me sonrió.
Y no se fue. Juntos, con ayuda de abogados, defensores de la naturaleza y el apoyo del pueblo, conseguimos que la Compañía no derribara el bosque para convertirlo en nuevos edificios para atraer al turismo. Esta era nuestra ciudad, teníamos turistas que venían a pasar la noche aquí y comerciábamos con otras ciudades. No necesitábamos atraer a nadie más. Después de todo, logramos vencer la inercia.